lunes, 31 de diciembre de 2012

Al otro lado.


No pasa día en que no escriba paginita.

Algo como lo anterior decía Carlos Fuentes. A pesar de su avanzada edad, más de 70 años, mantenía lucída su mente escribiendo, por lo menos, una paginita diaria. Ray Bradbury, en sus 10 consejos para jovenes escritores, recomienda escribir, por lo menos, un cuento de manera semanal, así, de una producción anual de 54 piezas, alguna debe ser buena. El chiste es no dejar de escribir.

Después de mi postergado fracaso como médico decidí dedicarme a la escritura, pensé que eso era lo mío, que ese era el pedazo de realidad destinado unica y exclusivamente para mí, que ahí me realizaria, pero después de un no tan exahustivo análisis me dí cuenta de que mi producción literaria es muy pobre, casi no escribo, solo opiniones, y eso esporadicas, no sé qué es un cuento, una novela, no sé los detalles técnicos que los conforman, no sé nada.

Así las cosas, confieso que me deprimí. Recordando las actividades con las que me he involucrado llego a la conclusión de que disfruto la mediania, la comodidad. En Halo 3 nunca llegue a ser 50, no, a lo mucho llegue a 45 en TS, ayudado por el buen Daxx, claro esta; mi mayor orgullo es mi 38 en MLG, la lista de juego más difícil pero que más disfrutaba. En natación, en menos de 1 mes estaba ya en el último carril, aquel reservado para los jovenes tritones, pero me salí, había llegado a la cima demasiado pronto, a pesar de las invitaciones a seguir, a las promesas de competencias nacionales, me fuí. Y así, nunca he permanecido demasiado tiempo en una actividad, la relativa facilidad, o el talento, como quiera llamarsele, me relaja.

Y es lo mismo con la escuela. Después de mi retirada de Comunicación, del rotundo fracaso que fue Ing. Ambiental, entre a Sociología con la esperanza de hayar la ciencia, esa que sólo es accesible a los verdaderos hombres, y por fin, la encontre. A pesar de los problemas suscitados, un profesor tuvo el gran gesto de regalarme una revista como incentivo a mi esfuerzo; revista que recoge textos de enorme valía pero que por esos días estaba incapacitado para comprender, que se vio reflejado en un 9, ahora, un semestre después, con él pero en distinta materia, obtengo un 8, no hay justificación, me confío. Si veo que algo se me facilita, me relajo, y eso aunado a mi falta de constancia y disciplina se vio materializado así, en un 8, con menos obstaculos en lograr de subir más, bajé.

Algo similar pasó con la escritura, fuí saltando de pretexto en pretexto. Primero me escudaba en mi asusencia de una pc portatil, no podía escribir en mi casa, necesitaba de la soledad que brinda una cafe Starbucks, luego caí en cuenta del error, necesitaba ahora una libreta pequeña, de esas que se llevan a todos lados pero ahora que la tengo no la toco, es conmemorativa, no la quiero ensuciar, el FCE no cumple todos los días 75 años, y así salte a las libretas de forma francesa, o italiana, pero que son más grandes que las anteriores pero no tan portatiles, para ese pequeño problema buscaba una bolsa para hombre, encontre una en piel, de color negro, pero me gusta más el vino asi que no la compré y así sigo sin escribir nada.

Nada de cuentos, a lo sumo, algunas crónicas pequeñas, de mi acontecer diario; nadamás. No puedo escribir cuentos, mucho menos novelas, disfruto leerlas pero no sé, a ciencia cierta, qué distingue a una de la otra, y así, me sentaba frente a la pc con la esperanza de que la historia llegara a mí, como iluminación, revelación armada, lista para ser transcrita y publicada. Poco a poco asumí que escribir ficción implica un enorme esfuerzo, arduo trabajo que exige tiempo, y es que, como las matemáticas, la literatura es celosa de quien se consagra a ella, exige dedicación y ardua constancia. Por el contrario, escribo algunas columnas, o pretendo que eso sean, y es que gracias a lo que estudio, aunado a mi lengua larga, siempre tengo un comentario en la recamara.

Uno de mis mayores defectos es, tal vez, mi tendencia a opinar de todo, aun que no lo conozca, siempre puedo opinar, así, a bote pronto, no me guardo nada. Lo anterior me ha traído consecuencias negativas, he perdido algunas amistades y favores, todo por hablar demasiado pronto. Juan Villoro en su libro ¿Hay vida en la tierra? habla de como necesita sentirse culpable para escribir, para contar historias, y que de ahí deriva su incapacidad para opinar, escribe para que los demás opinen. Como antitesis una de la otra, narrar y opinar se presentan como contrarios, como artes que solo un equilibrista consumado llega a dominar, y bueno, dicha distinción me hizo cuestionarme, ¿ a qué lado de la línea estoy yo?

Tal vez mi silencio literario, me gusta pensar en Saramago, que dejo de escribir novelas simplemente porque no tenía nada que decir, se deba a que me encuentro en el otro lado de la línea, no estoy preparado para escribir ficción, estoy capacitado para opinar, tengo la lengua muy suelta, pero para ello tengo que leer más, tener más referencias, y he de confesar que voy muy lento en ese camino, pretendia ejercer la especialidad equivocada. Tal vez las historias lleguen con el tiempo, cuando tenga más años.

1 comentario: