jueves, 10 de enero de 2013

Pequeño apunte para un Pacto por Puebla


Ya sea por méritos propios, o como decía Weber, por la tendencia de los políticos, así llamados, de oficio, de no nunca  revelar sus verdaderos intereses, la idea de la política como espacio en el que se constituyen acuerdos, superando el conflicto, ha ido ganando terreno en los medios de comunicación como entre los llamados analistas.  Así, la firma del llamado Pacto por México generó muchos comentarios de aprobación, decían que, ahora sí, México saldría del atraso en el cual durante años ha estado. No es este el espacio para discutir su contenido, otros ya lo han hecho, y mucho mejor que en mis más alzadas pretensiones, tampoco para discutir si fue un pacto entre iguales o una imposición de un partido a los otros. Lo que he de resaltar es la idea del acuerdo como algo político.

Así las cosas, y sumandome al ánimo festivo, quisiera proponer un Pacto por Puebla. En dicho pacto me gustaría incluir, sin demeritar lo que más haga falta en la ciudad y en el estado entero, una cláusula que prohiba la reinterpretación del Centro Histórico que cada trienio realiza la administración municipal en turno, ya sea priísta, panista, o por qué no en algún futuro, de izquierda. Y es que parece que aquella máxima en la política nacional que dice Obra que no es vista, obra que no existe, en clara alusión a aquella de indole religioso, Santo que no es visto, Santo que no es venerado, rige la toma decisiones del presidente municipal. Cada tres años el centro de la ciudad es sometido a una nueva reinterpretación, a un nuevo remozamiento, y es que, ahora sí, con estos arreglos, parecen decir, lucirá.

En una ciudad colonial, como lo es Puebla capital, con un centro histórico considerado por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad, la misión principal de su gobierno municipal, y del estatal también, es preservar sus edificios y monumentos históricos, sus casonas, su arquitectura, y no tirar casas para alojar estacionamientos. Me declaro un ignorante en urbanismo pero tampoco entiendo que hace un ángel abstracto, por decir lo menos, en el centro de un boulevard, cerca del puente de Ovando.

La cláusula propuesta tiene como objetivo la preservación del patrimonio de los poblanos, y del mundo entero, poniendo un límite a los ardores de los gobernantes por centralizar la obra pública reinterpretando la historia, dándole una actualización, para que los trabajos se enfoquen en la conservación. Y es que con la amenaza de un teleférico del cerro de los fuertes al barrio del artista y una rueda de la fortuna en el Paseo Bravo, en la que sólo verán, dicho sea de paso, calzones y azoteas, sobre Puebla se ciñe la intención de convertirla en una ciudad moderna, de esas que tienen mucho futuro pero ningún pasado.


miércoles, 9 de enero de 2013

Schröder y García. Morenos y Altos.


Uno de los elementos que definen a la mexicanidad, por lo menos en el exterior, es el gusto por el picante, el país tiene forma de chile, faltaba más, la tendencia de hecharle picante a todo, sea dulce o salado, es evidente. Si no tiene chile, no es. Conocida es la anecdota de que al terminar su sexenio, Carlos Salinas de Gortari al irse al exilio a Suiza llevo con él una cocinera, una marchanta, para su servicio personal. Así, cuando el señor tenía antojo de algún tipo de mole, platillo que, según los enterados, es de los favoritos del ex presidente, la señora lo preparaba en metate. Tampoco faltaban pues, las tortillas hechas a mano.

Consecuencia de lo anterior son los altos indices de enfermedades estomacales, la gastritis en primer lugar. Pero para ello, como para todo, la Televisión nos brinda la solución, oh verdad relevada, y es que, diariamente, a toda hora, los productos milagro se anuncian como la panacea, la cura definitiva, el remedio eficaz, aquel que permitira a quien lo tome seguir comiendo como niño de hospicio sin sufrir acidez, inflamación o meteorismo, nada se resiste al poder abrasivo de Genoprazol o de QG5. Capsulas desarrolladas en los mejores laboratorios, instalaciones de un blanco inmaculado, que abren sus puertas a la televisión, doctores con consultorios modernos y amplios, nada que ver con las aglomeraciones del IMSS y el ISSSTE, el minimalismo reina.

Si aún quedaban dudas, en los comerciales aparecen personas, que no actores, que sin nigún pudor, movidos unicamente por el amor al projimo, por compartir su felicidad, cuentan su historia sin reticencias, todo para convencer al incredulo. Personas de todas las edades, güeras, con ropas finas, la bella sonrisa, altos y de ojos claros rien frente a la cámara, si ellos pudieron, tú también puedes, parece ser el mensaje.

Y así, cada persona curada me remite a otro país, a uno donde los apellidos comunes son Schröder o Schmitt, a todos menos a México. Son dos realidades distintas, en la calle somos morenos y bajitos mientras que en la TV somos güeros y altos, los hombres tienen musculos tonificados, personifican la virilidad, las mujeres, caso más extremo aún, lucen un vientre plano, senos firmes y de tamaño limitado, redondos, piernas torneadas y cabello brillante y sedoso. No sé cuál es la intención, venderme el producto o hacerme sentir culpable por no ser quien debería ser. Y así, parece que la distinción Kelseniana entre Sein y Sollen se aplica también a la medicina televisada, un mundo abstracto, ideal, el Sein, nos muestra que todo es curable, que los habitos pueden seguir como van, no importa, la enfermedad cedera y por otro lado, el Sollen, el mundo práctico me dice que esos medicamentos no fueron diseñados para mí, que para curar la gastritis, antes, tengo que dejar de ser mexicano.