lunes, 9 de julio de 2012

¿Quién es el culpable?

Los computos distritales del IFE han terminado y ya sólo falta que el TEPJF, en caso de declarar valida la elección presidencial, entregue la constancia de mayoría a Peña Nieto para que éste alcanze, por fin, el status de presidente electo.

La imposición de Peña Nieto era algo que se veía venir desde tiempo atras, desde el 2009 más especificamente, y la premura con la que fue ungido por Calderón, Leonardo Valdez y las televisoras la noche del primero de Julio no fue más que el tiro de gracia de un proceso bien armado, con alevosía y ventaja, por las cupulas económicas que impulsan al priísta.

El último camino, por la vía legal, para que se haga un poco de justicia es que TEPJF declare invalida la elección y ordene que ésta se repita. El proceso previo a las votaciones estuvo plagado de irregularidades, rebase de topes de campaña, compra y coacción del voto, inequidad en el trato de los medios de comunicación para con los candidatos y un largo etc. Pensar que la anulación es posible es, tal vez, pecar de ingenuidad.

Pero, a pesar de todos los bemoles, ¿qué fue lo que nos falto para dar esa diferencia amplia entre AMLO y EPN que haría de la victoria del tabasqueño un hecho inobjetable?

Desde antes del inicio oficial de las campañas, el 30 de marzo, ya sabíamos a los que nos enfrentabamos, la promoción descarada de Peña Nieto por parte de la TV no era algo nuevo, las encuestas copeteadas, que al final fueron evidenciadas por la falta de certeza en sus mediciones, y los ríos de dinero por parte del PRI era algo previsible, me atrevo a decir que hubo muy pocas sorpresas. Siendo así, ¿qué nos falto?

La presente elección estaba llamada a ser histórica, sería la primera vez que la izquierda ganaría la presidencia de la República, estaba la mesa puesta pero no sucedio. El desastre provocado por el PAN, 70 000 muertos y contando, y los 71 años del PRI era el marco perfecto, el descontento con la mal llamada clase política tradicional era enorme, ahora sí, nos deciamos, vamos a ganar. Teniamos candidato, las redes sociales estaban bajo control de los simpatizantes de la Coalición, ¿entonces, qué paso?

Si estaba todo a nuestro favor, ¿por qué no ganamos? Muchas seran las justificaciones, culparemos, y con razón, al IFE por su parcialidad e incapacidad de actuar, pero también es justo mirar hacia dentro y ver que nos falto, en qué fallamos. Tal vez como en el 2006, muchos no fueron a votar, otros prefirieron quedarse con su estatus de ilustrados y no hacer ningún comentario, otros creimos que con nuestro esfuerzo era más que suficiente.

Sería injusto no reconocer el esfuerzo de todos quienes participaron activamente en Morena y de quienes, en forma independiente, hicieron su contribución. Fueron muchas horas invertidas, muchas ganas y energia pero sobre todo, muchas ilusiones y deseos de generar un cambio por la vía electoral.

El juicio final dependera de cada quien y se hará de manera personal. Tal vez era ingenuidad la nuestra al pensar que el triunfo sería reconocido sin luchar, sin movilización. En el 2006 el fraude fue después de la votación, en 2012 fue, fundamentalmente, antes de ella. Es momento de la autocrítica y ya, desde ahora, empezar a preparar el 2018.

1 comentario:

  1. Yo tengo miedo del 2018, no sé quién será el candidato, por lo mismo no puedo evangelizar a nadie, tengo muchas dudas, ¿Crees que sea Ebrard? si es así, no sé qué pensar, ya sabemos de Ebrard y los chuchos, y realmente no se viene nadie a mi cabeza.

    En definitiva estoy de acuerdo contigo, nos debemos adelantar a ellos.

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