domingo, 2 de octubre de 2011

Como te ves, te tratan.


Ésta mañana tuve que ir a realizar unos pagos. Junte todos los estados de cuenta por pagar, los heche en una mochila y sali con rumbo a esa gran centro economico donde todo converge, los 4 puntos cardinales, los 4 rumbos del universo, como en las leyendas del genesis del mundo tolteca y maya. Allí donde todo está, la Plaza Comercial o como dirian los más actuales, el Mall.

He de confesar que no me cambie para ir allá, mucho menos me arregle o me bañe, no, ésta vez no, iba por obligación y no por gusto. Llevaba un arreglo comodo, una playera holgada y blanca, pantalones de mezclilla y tennis para correr, aunque tiene tiempo que no lo hago, iba comodo y no a la moda.

Al entrar me senti preso de las miradas de mis compañeros de travesía, todos me dirigian una mirad despectiva, pienso que fue por mi atuendo. No los culpo, no iba preparado para agradar a los demás, no iba preparado para venderme. Tenian razón en verme con asco, no iba con una envoltura atractiva para gustarles, no iba preparado para entrar en el mercado de las piernas y los pechos, de los abdomenes y los brazos, hoy no, esta vez no.

Ante ese alud de miradas despectivas me vino a la mente esa frase tan acertada, esa frase que retrata a la perfección un sector de la sociedad copado por el mercantilismo y la logica de la compra-venta, ese pensamiento que objetiviza al hombre, que cosifica al ser humano: como te ves, te tratan. Y es que al entrar a cualquier lugar, el que sea, desde la oficina hasta la tienda, del centro comercial, lamentablamente, pasando por la universidad pasamos por un mercado de miradas, el comprador no ofrece dinero, sino que venden su aprobación, su satisfacción expresada con una mirada, con un gesto, con una palabra, entramos una logica de mercado donde todos nos vendemos ante todos, donde buscamos agradar con la imagen no con la voz y el pensamiento, el homo videns en su maxima expresión, el hombre que ve ya no es el hombre que piensa.

Y es que la ropa ha perdido esa función primigenea que era el proteger de las inclemencias del tiempo, ya no más, ahora su función es la de adornar, la de engañar, la de vender. Ahí están los brassiers que levantan el busto caido, la pantaleta que levanta los gluteos vencidos por la edad y el uso, los tennis que tonifican el cuerpo a toda hora, hay que vender el cuerpo, hay que agradar, hay que gustar, hay que vendernos.

El trabajo se ha extrapolado a toda la sociedad, el cuerpo agradable es el cuerpo trabajado, entre más produzcas, más vales. 

Atras quedaron los días en que la juventud discutia ideas y sensaciones, atras quedaron los días del ateneo de la juventud, muy lejos ya están los conciertos en Avandaro. Ahora nos dedicamos a discutir modas, a decidir que nos pondremos mañana, qué envoltura me pondre para salir a la calle, es la duda que atormenta noche a noche a la juventud iletrada y a la letrada también.

El triunfo de la modernidad está cada vez más presente, ya no se esconde. A los jovenes ya nos los identificamos por su arte o su pensar, sino por su vestir.

Todos somos hombres, producidos de la misma manera, en serie, si todos somos hechos del mismo modo ¿por qué diferenciarnos unos de los otros? ¿por qué pensar distinto si todos somos iguales? ¿por qué pensar?.

Mejor seamos como los productos chatarra, todos hechos de la misma materia prima sólo que con diferente envoltura. La oferta es grande, escoge la que más te guste. 



1 comentario:

  1. Nuevamente, está bastante buena tu entrada, y bastante se queda corto, muy corto. Tengo sentimientos encontrados, no sé si éste es mi nuevo blog favorito o el de Iluminación sintética :O

    En fin, me agrada mucho tu postura, no puedo estar más de acuerdo. Me frustra ver todo lo que expones diariamente, como si el atuendo estuviera tan fríamente calculado desde días antes.

    Un abrazo.

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