martes, 16 de octubre de 2012

Entre dos amores


Entrar a la Universidad es encausar el pensamiento, limitarlo, constreñirlo, domesticar la imaginación. 

Ya sea en la Facultad o en la Escuela se nos enseña qué pensar y cómo pensar lo aprendido. En las llamadas Ciencias Sociales el manejo conceptual es de suma importancia, saber hilar un concepto con otro es básico, como ágil malabarista retórico se realizan suertes de todo tipo, se matiza, se totaliza o se relativiza, según sea el caso.

En mi experiencia, la Universidad es un periodo de castidad literaria, me restrinjo a lecturas de corte académico para no caer en tentación, los cuentos están prohibidos, la palabra ¨novela¨ no se menciona, todo para entrar en un periodo de latencia, una espera que se cada día se acorta pero que se vuelve más insoportable. Quisiera volar.

Hojeo la novela como quien toca lo prohibido, el placer se vuelve culpable, mis ojos pasan por las letras sin leer, sin comprender, sin pretender hacerlo. Se llama abstinencia y para quien dice haber nacido para leer y escribir, es un martirio.

¿Por qué escribo esto? tal vez para desahogarme, para gritar que no soy pleno, que no me siento contento, feliz, con lo que hago, que no es lo mío, que me gusta, sí, pero no aspiro a serlo toda mi vida. Sin embargo seguiré aquí, en el camino, aprendiendo un poquito más, esperando algún día copar el vaso y decidir, por fin, desbordar el río creativo.




1 comentario:

  1. Uno siempre debe buscar su felicidad, al menos es lo que dicen. Somos afortunados de tener este pequeño espacio para, aunque sea por momentos, desahogarnos. Aunque debo admitirlo esa urgencia de la plenitud se está volviendo insoportable, al menos en mi caso. Espero que tu sepas encontrar tu camino, yo ya descubrí que esté no es el mío.

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