martes, 23 de julio de 2013

Pequeña confesión


Tiempo ha que no escribo. He leído mucho más que las vacaciones pasadas, llevo ya 4 libros, el doble que a fin de año, pero eso no es lo importante. He estado pensando, analizando, si se me permite el uso de tal verbo, y bueno, empiezo creer en eso de que el conocimiento no tiene un fundamento último, y a la vez primero, que lo legitime. Las observaciones por mí realizadas en nada se diferencian de las hechas por los demás, cada quien lo hace desde una perspectiva diferente, con valores diferentes, en fin, ninguna es igual. Tal vez las observaciones por mí realizadas tengan un respaldo académico, credencializado, de una facultad que un futuro lejano me acredite como licenciado en Sociología.

He cursado una materia que me ha cambiado, que me ha hecho preguntarme nuevas cosas y a la vez, ser un poco inactivo, contemplativo, dubitativo. Sí, más. En cierta forma, cuando curse comunicación una maestra ya había enunciado tal verdad: la objetividad no existe. Lo ejemplifico diciendo que dos reporteros no cubren por igual un mismo acontecimiento, en este caso, una marcha. Habrá uno, dijo, que dará más cobertura a los manifestantes, les preguntara porqué lo hacen, cuales son sus motivaciones; mientras que otro dará voz a los afectados de la manifestación. En síntesis, un mismo fenómeno, distintas formas de abordarlo. Lo que ahora comienzo a creer ya había sido enunciado pero entonces no podía comprenderlo ni estaba dispuesto a hacerlo, fue una conjunción de factores, tal vez la profesora no fue más allá, no explico el porqué de la imposibilidad de la objetividad y yo no tenía los elementos para cuestionarla. Simplemente, no estaba listo.

La realidad no se funda en sí misma, la realidad no se explica por sí sola. Durante mucho tiempo creí que sí, que la realidad tenía un carácter propio, una mecánica que explicaba su funcionamiento, su devenir, y que quienes no compartían, mejor dicho, reconocían; dicha verdad inobjetable era porque tenían perversos motivos para no hacerlos. Sabían que existía pero no lo hacían de manera pública. Dicha idea de una realidad que da cuenta de sí tiene implicaciones filosóficas, según Piaget, y es filosófica porque implica la supremacía de ciertos valores específicos, el compromiso con ellos por parte del sujeto, compromiso que llega a definir a l mismo hombre, a orientar su vida.

Es por esa reminiscencia filosófica que, tal vez, las ciencias sociales sean caracterizadas muchas veces como un enfrentamiento de monólogos, intercambio de ideas entre personas que piensan distinto y que no están dispuestas a ceder en sus posiciones, que nunca se ponen de acuerdo. Sociales es tierra de nadie. No tiene esa objetividad que se le atribuye a algunas ciencias exactas, no corresponde el discurso con la realidad, sociales no cualifica, no predice ni controla, mucho menos cosífica. Incluso su cientificidad es cuestionada por ello, y tienen razón en hacerlo, la ideología y valores muchas veces se convierten en punto de partida para un estudio social, hecho que, por sí mismo no es malo, se convierte en un obstáculo cuando no se hace explícito o bien, cuando se les considera incuestionables. Como dijera Hegel, si la realidad no corresponde con los hechos, mal por los hechos.

En la tarde la conductora de un noticiero al presentar una nota en la que una niña de origen árabe cuestionaba los casamientos a temprana edad de las mujeres en aquellas culturas, siendo muchas veces niñas aún, dijo que dichos actos no podía explicárselo a sí misma, si era por retraso, por tradición, por ignorancia o por qué. Inmediatamente después presento una nota sobre el nacimiento del hijo de los duques de Cambridge de Gran Bretaña, dijo que el pueblo ingles estaba muy contento por el nacimiento y que incluso, era la reconciliación de la monarquía con su pueblo del siglo XXI.  He de confesar que los juicios de valor explícitos en la primer nota me molestaron,  me parece mucho más ofensivo que en plena " modernidad" haya sociedades de castas, clases parasitarias que se creen (por lo menos ese fue el sustento de las monarquías durante su apogeo, la descendencia directa de Dios. En lo personal, dudo mucho que sus integrantes sigan creyendo en ello) especiales, por encima de los demás y, como dijera una vez Xavier Velasco, los elefantes jamas se creerian un cuento así, sólo los humanos somos tan tontos como para inventar, y lo que es peor, creer algo así

El estudiante de sociología molesto por los juicios emitidos por una conductora que juzga otras culturas porque no comparten el canon occidental y la conductora encantada por los reductos feudalistas en Europa occidental. En fin, siendo así, la realidad no se construye, se disputa.